sábado, octubre 5, 2024
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Reducir la brecha seguridad-económica en Asia


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Por Kelly Grieco y Jennifer Kavanagh

En Washington, está surgiendo un consenso de que ha llegado el momento de Elija la seguridad sobre la economía – a 'eliminar riesgos' de la relación económica con China a pesar de los costos potencialmente altos. Washington está presionando a sus aliados y socios para que tomen la misma decisión, anteponiendo la seguridad a los intereses económicos.

Bajo el presidente Joe Biden, Estados Unidos presionó a Japón y Corea del Sur para que imponer restricciones a la exportación sobre la venta de semiconductores avanzados a China, instó a algunos socios a rechazar las inversiones chinas en infraestructura que se necesitan con urgencia y alentó a los aliados a redirigir sus redes comerciales a través de países 'amigos'.

Pero más de dos docenas de entrevistas realizadas en 2023 con ex funcionarios gubernamentales y expertos en seguridad en toda Asia sugirieron que la región considera que sus intereses económicos y de seguridad son inseparables. Considera que el enfoque estadounidense de seguridad por encima de economía es desestabilizador para el delicado equilibrio entre los dos ámbitos. Esta perspectiva deja a Washington fuera de sincronía con los países que necesita para equilibrar el poder chino.

Para evitar alienar a estos países, Estados Unidos debería tomar medidas para reducir las graves compensaciones que enfrentan. Debería adoptar un enfoque más multifacético, reforzando las defensas regionales pero evitando actividades militares y políticas más provocativas y ampliando la participación estadounidense en las redes e instituciones económicas de la región.

Las entrevistas dejaron en claro que para los países de Asia elegir la seguridad sobre la economía –o la economía sobre la seguridad– es inviable.

Para Japón y Corea del Sur, el dificultad de separar la economía de la seguridad es más pronunciado en el sector de Tecnología avanzada. Las tecnologías que estos países venden a China tienen claras aplicaciones de defensa, pero también son exportaciones económicas vitales. Esto crea un dilema para los responsables de las políticas: un desafío plasmado en La petición de Corea del Sur para y recibo de exención permanente de algunos controles de exportación de semiconductores estadounidenses.

Las preocupaciones de seguridad de Japón son más importantes y sus líderes políticos han estado más dispuestos a adoptar un enfoque titulizado del comercio. Pero incluso en este caso, un ex alto funcionario de defensa japonés dijo que el «alto grado de interdependencia económica» de Tokio y Beijing requería vínculos políticos y militares constructivos.

En el sudeste asiático, la superposición entre los ámbitos económico y de seguridad parece aún más amplia. Un experto en seguridad de Singapur señaló que el país tenía «flexibilidad limitada» para enfrentar a China porque no podía permitirse la coerción económica de Beijing. Un experto en seguridad indonesio dijo de manera similar que Yakarta reconoce que debe «aprender a vivir con» China y gestionar las cuestiones de seguridad entre los dos países, porque «no hay nada como la intensidad de la [the economic] relación.'

Dado el panorama estratégico, Washington debería tomar medidas para reducir la tensión entre los ámbitos económico y de seguridad, dando a los aliados y socios regionales margen de maniobra.

Para empezar, Estados Unidos debería recalibrar sus actividades en el ámbito de seguridad del Indo-Pacífico –aunque no reducir su nivel de compromiso– eliminando las amenazas simbólicas pero Visitas políticas incendiarias a Taiwán y limitar el número de personal militar estadounidense enviado para entrenar a las fuerzas taiwanesas. Aunque Washington utiliza tales actividades para reforzar la disuasión, los países de la región informan que tales acciones los colocan en un aprieto estratégico. En cambio, Estados Unidos debería adaptar sus actividades para satisfacer la demanda de seguridad regional, priorizando inversiones para reactivar las bases industriales de defensa de aliados y socios.

Estados Unidos también necesita urgentemente integrarse más plenamente en las redes económicas de la región. Estados Unidos no puede recurrir a los decepcionantes Marco económico del Indo-Pacífico si espera ofrecer un contrapeso a China. Unirse a las redes de libre comercio de la región, incluida la Acuerdo Integral y Progresista para el Acuerdo Transpacífico, está fuera de su alcance debido a la política interna de Estados Unidos, pero Washington aún podría ayudar a los países a reducir su dependencia económica de China cambiando la forma en que invierte.

Washington debería redoblar su participación en los bancos de desarrollo de Asia. Una mayor cooperación con el Banco Asiático de Desarrollo es una opción. Estados Unidos también podría cambiar de rumbo y sumarse a la Banco Asiático de Inversión en Infraestructura para abrir también nuevos caminos para el compromiso entre Estados Unidos y China.

Washington también debería aumentar la financiación para las actividades del Banco de Exportación e Importación de EE. UU. e iniciativas similares como la de Biden Asociación para la inversión en infraestructura global.

Pasado los esfuerzos han sido limitados por su lentitud en los plazos, su incapacidad para atraer los fondos privados necesarios y su desajuste con las necesidades locales. Nuevas estrategias deberían reducir el tiempo transcurrido hasta la llegada de la financiación e identificar formas de profundizar la participación estadounidense durante el ciclo de vida del proyecto, tal vez mediante el uso de empresas conjuntas.

Sobre todo, los entrevistados imaginaron un futuro que priorice la estabilidad regional. Las autoridades estadounidenses pueden hacer más para ayudar a cerrar la brecha entre seguridad y economía de la región, pero esto requerirá una reorientación de la política estadounidense. Washington critica a Xi Jinping por enfatizar la seguridad nacional sobre el desarrollo económico, pero ha hecho lo mismo en repetidas ocasiones, no sólo permitiendo que las actividades militares lideren su estrategia regional, sino también mediante controles de exportaciones, control de inversiones y protecciones comerciales.

Esta hipocresía no pasa desapercibida en la región. Los países de la región tienen preocupaciones de seguridad respecto de China, pero quieren relaciones económicas y de seguridad regionales inclusivas –en lugar de exclusivas–. Washington debería aceptar la comprensión que tiene la región de los intereses económicos y de seguridad como interdependientes y adoptar un enfoque más equilibrado y multidimensional que se apoye igualmente en herramientas económicas y de seguridad.

– Kelly Grieco es miembro principal del programa Reimagining US Grand Strategy del Stimson Center.

– Jennifer Kavangh es miembro principal del Programa American Statecraft del Carnegie Endowment for International Peace.



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