jueves, diciembre 5, 2024
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Una historia de dos realidades: La desigual lucha contra la pobreza y la desigualdad en América Latina y el Caribe


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Por Oscar Calvo-González

La lucha contra la pobreza siempre ha sido una tarea compleja, y se ha vuelto más complicada a raíz del COVID-19, con condiciones climáticas extremas y tensiones globales que agudizan el desafío. En América Latina y el Caribe (ALC), aunque las tasas de pobreza hoy son ligeramente inferiores a las observadas antes de la pandemia, el promedio oculta marcadas diferencias entre los países de la regiónEsta variabilidad subraya la urgente necesidad de intensificar nuestros esfuerzos para monitorear la situación.

Para abordar esta necesidad, hemos lanzado el informe bianual Actualización sobre pobreza y desigualdad en la regiónEl informe ofrece una mirada profunda a las tendencias de la pobreza en América Latina y el Caribe y tiene como objetivo arrojar luz sobre tendencias importantes para orientar las acciones y políticas que combaten la pobreza e impulsan la prosperidad compartida. A continuación, presentamos las principales conclusiones de nuestro primer número (agregar enlace).

Alivio de la pobreza tras la COVID-19

Las tendencias de pobreza en ALC no son claras: algunos países han logrado avances importantes y otros siguen lidiando con disparidades persistentes. En conjunto, la región alcanzó su tasa de pobreza más baja del siglo en 2022, cuando el 26% de la población de la región vivía con menos de 6,85 dólares al día (medidos en paridad de poder adquisitivo a 2017). Esto puede parecer prometedor, pero lo cierto es que la región tiene mucho camino por recorrer. En la década anterior a la pandemia, el ritmo de reducción de la pobreza fue inferior al de otras regiones, lo que indica un estancamiento preocupante. Brasil y México, las mayores economías de ALC, fueron los principales impulsores de la disminución de la pobreza entre 2019 y 2022. En cambio, varios otros países de ALC experimentaron un aumento de las tasas de pobreza durante la pandemia y la pobreza aún no ha vuelto a los niveles previos a la pandemia.

El perfil de los pobres también cambió entre 2019 y 2022. Los grupos tradicionalmente vulnerables (como aquellos con niveles más bajos de educación y sin empleo) representaron una proporción menor de personas en situación de pobreza, probablemente debido al aumento de las transferencias públicas durante la pandemia. Por el contrario, las personas con mayor nivel educativo y empleos formales vieron aumentar su participación. Otro cambio contrastante se observa en la pobreza espacial: las personas en áreas urbanas representaron una mayor proporción de los pobres y las personas en áreas rurales una proporción menor.

El enigma de la desigualdad

La desigualdad sigue siendo un problema crítico en América Latina y el Caribe, ya que la región es una de las más desiguales del mundo. Brasil, en particular, pero también países de América Central y la región andina, tienen altos niveles de desigualdad del ingreso. Incluso los países del Cono Sur, que tienen los niveles de desigualdad más bajos dentro de ALC, todavía exhiben altos niveles de desigualdad de ingresos en comparación con el resto del mundo.

En 2022, el coeficiente de Gini para la región de América Latina y el Caribe en su conjunto fue de casi 50, lo que es más alto que el de la mayoría de las economías del mundo. Es alarmante que este nivel de desigualdad no esté lejos de los niveles de 51 de la región en 2015 y 2019, lo que indica un estancamiento. Si se excluye a Brasil del análisis, la región experimentó un aumento de la desigualdad del ingreso en 2020, seguido de una caída en 2022. Sin embargo, la disminución fue mínima, lo que resultó en un coeficiente de Gini de solo 48.

El camino a seguir

Nuestras proyecciones indican que, en ausencia de cambios políticos serios a nivel regional y mundial, la pobreza y la desigualdad disminuirán sólo marginalmente en 2024 y, por lo tanto, seguirán siendo inaceptablemente altas.

Para abordar estos desafíos de frente, Se necesitan intervenciones basadas en evidencia para enfrentar la pobreza y la desigualdad en América Latina y el Caribe. Las políticas que fomentan la creación de empleo y mejoran las condiciones del mercado laboral, en particular para los deciles más pobres, pueden ayudar. Reducir la pobreza. Este enfoque ha tenido éxito en El Salvador y México, que, tras experimentar un crecimiento de los ingresos laborales tras la pandemia, vieron posteriormente disminuciones en sus tasas de pobreza. Además, las transferencias públicas específicas y los programas de beneficios sociales pueden brindar apoyo a los grupos vulnerables. Por ejemplo, en Brasil, los programas de transferencias como Bolsa Familia fueron los principales impulsores de la reducción de la pobreza. Los esfuerzos para mejorar el acceso a la educación y promover el crecimiento económico inclusivo también pueden contribuir a reducir la desigualdad en la región.

Manténgase atento a los próximos números de nuestra Actualización sobre pobreza y desigualdad en la regióndonde continuaremos monitoreando y analizando las tendencias de pobreza y equidad en la región, brindando información para fundamentar acciones y políticas dirigidas a crear un futuro más próspero para ALC.





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