domingo, septiembre 8, 2024
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Por qué la OEA es importante para todos nosotros


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Por Sir Ronald Sanders

El 28 de junio de 2024, Antigua y Barbuda ofreció ser sede de la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) de 2025. Formulé la invitación en nombre del Primer Ministro del país, Gastón Browne, y fue aceptada por unanimidad por todos los Estados miembros en la 54ª Asamblea General Ordinaria celebrada en Paraguay.

¿Por qué un país pequeño como Antigua y Barbuda asumiría la responsabilidad de recibir a delegados de alto nivel de Canadá, Estados Unidos y México en el Norte, Brasil y Argentina en el Sur, y los países del Caribe en el medio? La respuesta es sencilla: la OEA tiene un inmenso valor, en particular para los Estados pequeños, que dependen de los compromisos de Estados mucho más grandes, especialmente sus vecinos, de respetar y honrar la integridad territorial. Al acoger una Asamblea General de la OEA, Antigua y Barbuda demostraría su convicción del valor de la Organización y recordaría a todos los demás la necesidad de equidad, inclusión y diálogo para abordar los desafíos y las oportunidades.

Lamentablemente, en muchos de los países que integran la OEA no se conoce lo suficiente sobre la Organización y sus funciones. Sin embargo, la OEA ha sido de importancia crucial para el bienestar de todos sus Estados miembros y para sus relaciones entre sí. Las naciones de las Américas han disfrutado de un notable período de paz, ya que no han experimentado guerras importantes entre ellas desde 1935. En cambio, regiones como Europa, Oriente Medio, Asia y África se han visto asoladas por numerosas guerras, que han provocado millones de muertes, cambios de fronteras y una hostilidad persistente. Esta paz duradera en las Américas ha permitido que las fronteras se mantengan estables, fomentando un entorno propicio para la inversión, la mejora social y el desarrollo económico.

El mantenimiento de esta paz se debe en gran medida a los 77 años de existencia de la OEA. Desde sus inicios, la OEA estableció principios en su carta vinculante, comprometiendo a cada estado miembro a dos compromisos fundamentales: “fortalecer la paz y la seguridad del continente” y “prevenir las posibles causas de dificultades y asegurar la solución pacífica de las controversias que puedan surgir entre los estados miembros”.

La Carta de la OEA también obligó a cada uno de sus Estados miembros a aceptar que “el derecho internacional es la norma de conducta de los Estados en sus relaciones recíprocas” y que “el orden internacional consiste esencialmente en el respeto a la personalidad, a la soberanía y a la independencia de los Estados y en el fiel cumplimiento de las obligaciones derivadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional”.

Los Estados miembros de la Organización también se comprometieron a respetar el principio de que “los Estados americanos condenan la guerra de agresión”, y agregaron que “la victoria no otorga derechos”. Al suscribir la Carta de la OEA, los Estados miembros aceptaron que “las controversias de carácter internacional que surjan entre dos o más Estados americanos deberán ser resueltas por procedimientos pacíficos”. En consecuencia, todas las disputas que han surgido entre Estados han sido resueltas pacíficamente –o están siendo resueltas voluntariamente– en la Corte Internacional de Justicia (CIJ).

La única aberración reciente de esta regla general ha sido la agresión de Venezuela hacia Guyana tras la retirada del gobierno de Maduro de la OEA en 2019. Pero incluso en medio de actos de agresión, Venezuela ahora está participando en el proceso de la CIJ con Guyana, al igual que Belice y Guatemala por su controversia territorial.

Desde su creación, la OEA ha desempeñado un papel fundamental en el mantenimiento de la paz y la estabilidad en las Américas. A través de sus Cartas y órganos, ha establecido un marco jurídico vinculante que rige las relaciones entre los Estados miembros en diversos ámbitos. Con más de 100 tratados interamericanos que abarcan desde la solución pacífica de controversias hasta cuestiones familiares, comerciales y penales, la OEA ofrece una estructura jurídica integral que apoya la coexistencia pacífica.

De no ser por estos tratados de la OEA, cuestiones como la lucha contra el crimen organizado y la cooperación para combatir el tráfico de personas, armas y drogas habrían quedado en manos de recursos nacionales limitados. Ningún país –ni siquiera los más grandes y ricos– habría enfrentado estos desafíos sin el marco de cooperación interamericana que ha proporcionado la OEA.

Una contribución importante de la OEA es su papel en la promoción de la gobernabilidad democrática, los derechos humanos y el estado de derecho. Los esfuerzos de la organización han sido cruciales en países donde estos principios han sido grave y persistentemente violados, ayudando a prevenir el contagio a otros países. Por ejemplo, la Carta Democrática Interamericana, adoptada en 2001, describe el compromiso de los Estados miembros con los principios democráticos y ha sido una herramienta crucial para abordar las crisis democráticas en la región.

El intento de golpe de Estado en Bolivia el 26 de junio de 2024 pone de relieve la importancia de la OEA a la hora de responder a las amenazas a los regímenes constitucionales. Al condenar de inmediato las acciones que amenazaban la democracia y el estado de derecho y advertir sobre las graves consecuencias, los Estados miembros de la OEA demostraron su compromiso colectivo de salvaguardar los valores democráticos y garantizar la estabilidad de los Estados miembros.

La participación de la OEA en la construcción de la infraestructura electoral nacional y la supervisión de las elecciones es otro aspecto clave de su trabajo. Garantizar elecciones libres, justas y transparentes es vital para la legitimidad de la gobernanza y el fomento de la confianza pública en las instituciones democráticas. La OEA desempeñó un papel fundamental en la transferencia pacífica del poder al presidente Irfaan Ali en Guyana en 2020 y al presidente Bernardo Arévalo en Guatemala en 2024, ambos elegidos democráticamente en elecciones supervisadas internacionalmente. Estos éxitos no solo reforzaron la estabilidad política en estos países, sino que también crearon condiciones para el desarrollo económico y la mejora social.

Haití es otro ejemplo del papel fundamental que desempeña la OEA. A pesar de los inmensos desafíos que enfrenta Haití, la OEA ha trabajado constantemente para estabilizar la nación y apoyar su desarrollo, incluso mediante el trabajo de la misión de la OEA a Haití en 2016, que yo dirigí, para asegurar que se estableciera un gobierno nacional de transición, de conformidad con la Constitución haitiana, para reemplazar al extinto gobierno de Michel Martelly. Como organización, la OEA siempre ha perseguido una visión amplia de la estabilidad y el progreso de Haití, basada en el desarrollo social y económico. Las pandillas evolucionaron en circunstancias locales, a pesar del trabajo de la OEA.

El paso del huracán Beryl por varios países del Caribe, dejando tras de sí muerte y destrucción, especialmente en las islas más pequeñas de Granada y San Vicente y las Granadinas, pone de relieve la importancia de la voz de la organización a la hora de impulsar la acción internacional para frenar los impactos del cambio climático y poner en funcionamiento el fondo de “pérdidas y daños”, prometido por los grandes países contaminantes en las conferencias de las Naciones Unidas sobre el cambio climático. Esa voz se alzará con fuerza.

La OEA es una piedra angular de la paz, la estabilidad y el desarrollo en las Américas. Sus contribuciones han creado una región más estable y próspera, demostrando el poder de la cooperación y de los marcos jurídicos. El valor de la OEA es evidente y su continuo apoyo es esencial para el bienestar de todos los Estados miembros y sus ciudadanos.



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