Por Ron Paul
La votación sobre gastos celebrada a altas horas de la noche en el Congreso este fin de semana parece otra más en una serie interminable de secuelas de una mala película de suspenso. Justo al borde del “desastre”, justo antes de dar la medianoche, el Congreso realiza un milagro y aprueba un proyecto de ley general para salvarnos de un “cierre del gobierno”.
¡Los héroes han salvado el día!
Desafortunadamente, esta última secuela es tan mala como las anteriores, ya que al pueblo estadounidense le queda un enorme paquete de gastos de 1,2 billones de dólares que se suma a nuestra ya de 34 billones de dólares de deuda. Por supuesto, el gasto militar aumentará una vez más, a medida que el complejo militar-industrial exige más de nuestra riqueza para alimentar su apetito cada vez mayor. Y si este aumento del gasto militar no es suficiente, los líderes del Congreso prometen otro enorme proyecto de ley suplementario para alimentar aún más las guerras por poderes en Ucrania y Gaza, con algo de dinero para provocar también a China.
A los republicanos les gusta hablar mucho sobre cómo controlar el gasto –especialmente durante la temporada electoral– pero, como aprendimos con este “compromiso” y todos los “compromisos” anteriores, todo son palabras. Al final de todas las dramáticas advertencias sobre el cierre del gobierno, nos queda un compromiso al estilo de Washington, lo que significa que los líderes de ambos partidos pueden incluir cualquier cosa que quieran en el enorme proyecto de ley. Debido a que sólo se presenta a las bases en el último momento antes del «desastre», ninguno de los miembros tiene la oportunidad de siquiera leerlo, y mucho menos darle forma a través de enmiendas y debates.
Los líderes republicanos de la Cámara prometieron a los miembros 72 horas para leer cualquier nuevo proyecto de ley antes de la votación, pero rompieron su promesa sin dudarlo. Los diputados no tendrán la oportunidad de leer el proyecto de ley de más de 1.000 páginas, elaborado en secreto a puerta cerrada.
Probablemente exista una razón por la que los líderes del Congreso no querían que los miembros tuvieran la oportunidad de leer el proyecto de ley. Como descubrió el representante Thomas Massie, en el proyecto de ley se esconden fondos para que niños de 13 años reciban ayuda con la transición de género sin el consentimiento de sus padres. También señaló que aunque no estaba en ninguna parte del proyecto de ley de autorización, pocas horas después de que se aprobara el ómnibus, el Departamento de Justicia anunció la creación de un centro federal de “Bandera Roja” para atacar nuestros derechos de la Segunda Enmienda.
Quién sabe cuántos elementos más como estos –y mucho peores– están profundamente enterrados en el proyecto de ley de gastos “obligatorio”. Ocultar estos elementos al pueblo estadounidense incorporándolos secretamente en una legislación que “debe aprobarse” parece cada vez más una característica, no un error. No es de extrañar que el Congreso disfrute de un índice de aprobación tan bajo entre el pueblo estadounidense.
Al final, el proyecto de ley sólo fue aprobado por la Cámara controlada por los republicanos con el apoyo de los demócratas, lo que alimentó una creciente rebelión contra el presidente Johnson entre los conservadores de la Cámara.
El “bipartidismo” celebrado por los medios no es tan bueno como parece. Significa que ambos partidos adoptan políticas que están conduciendo a nuestra quiebra financiera. Esto amenaza aún más al dólar como moneda de reserva mundial y provocará cambios catastróficos en todo el mundo que casi nadie en el Congreso parece capaz de imaginar. Los republicanos que capitulan ante las demandas demócratas de “salvarnos” de un cierre del gobierno pueden mantener temporalmente la apariencia de que “esto está bien”, pero al final, están empeorando aún más la crisis que se avecina.
